PARA.- lizmarlogua
Tuve la osadía de mirarte sin prudencia
pudo ser-no lo sé- el alba triste
o este dolor de soledad que embiste
arrinconándome al suplicio o la demencia.
Pero ese mirar sensual -que tú filtrabas-
Me devolvió la vida en un segundo
que me sentí superior tan errabundo
que pensé que era a mí a quien mirabas.
No he visto otro mirar tan parecido
que me siga a donde voy o que me embista…
por eso sé que mirarte no es prohibido
si ésta se converge o ya se arista.
Por eso te escribí (es todo un vicio)
que me mires silenciosa o qué te miro
porque sé que el mirarte es un suspiro
y cuando no te miro es un suplicio.
Que beldad tan grande hay en tus ojos
que iluminas mis noches por entero
¡quisiera ser entonces…! Un ratero
para robarme la luz de sus sonrojos.