Cántame guitarra, cántame,
que tus notas no se paren,
que tus cuerdas no se callen
y con tu voz, embelésame.
Tienes cuerpo de mujer
y tus curvas lo denuncian,
pues con ellas tu relumbras
con peineta y sin corsé.
Y mis manos acarician
esa larga cabellera,
que conforman tus seis trenzas,
con calor… con avaricia.
En tu útero tú escondes
los sonidos más hermosos,
los acordes más valiosos
con que siempre me respondes.
De tus cuerdas yo te arranco
las más dulces melodías,
que mis dedos acarician
sobre ese cuello tan largo.
Tócame un solo de amor
y tengamos un orgasmo,
que parezca un pleonasmo
sobre la misma canción.
Y cuando ya no respondas
al idílico lenguaje
y mis manos no te arranquen
más melodías, ni notas,
te cambiaré esas seis trenzas
y afinaré tus contrastes
y como una obra de arte
te dejaré como nueva.
Cántame guitarra, cántame
Te cogeré por tu talle
Te adoraré como a nadie…
Guitarra, guitarra… ¡abrázame!