Quisiera borrar mi pena,
olvidando lo que no puedo.
Una yaga clavada en mi alma,
en mi pecho te llevo.
Como un jilguero que canta en la mañana,
y después llora sin consuelo.
Lágrimas amargas, no brillan los luceros.
La soledad te envuelve, amargos recuerdos.
Este amor que olvidar, ni quiero ni puedo.
Ahora llorar solo puedo.
Este naufragio en la noche, sin estrellas ni lucero.
Esta sed de amor que en mi pecho clavada llevo.
Ya no hay sonrisas, solo refugio de consuelo.
Romper el silencio, con lágrimas que en mi pecho llevo.
Y gritar al viento; mi amada, te quiero.
Para mi esposa, María del Camino.