La Historia de la Princesa Yaiza...
Hace muchos años ya… vino a este mundo, un ser maravilloso, ¡Tan maravilloso!
Su nombre fue extraído de una leyenda Canaria; hija de un Guerrero Guanche, nació mi Princesa Yaiza, llevando ese nombre un pueblito de la Isla de Lanzarote, donde todas sus casas y Plaza son blancas, con rejas, ventanas y postes verdes… Es de allí donde tomamos su nombre y en honor a su abuelo Paco, quien fue Canario.
Desde que estaba en mi vientre, mi Princesa Yaiza fue objeto del derroche de amor que toda la familia le prodigaba. Desde el mismo instante en que la semilla de su vida empezó a florecer, iluminó la vida de nosotros. Fue tan anhelada su llegada a este mundo, que el día de su nacimiento hubo una explosión de júbilo que se expandió por todo el Universo, fue el Big Bang de la especie humana, pues este angelito que nació sin alas irradiaba todo a su alrededor, todo lo que tocaba lo llenaba de luz y de alegría.
Siempre fue muy especial, por alguna extraña razón que nadie comprendía, quien estuviera cerca de ella, conocido o desconocido, quería estar a su lado y mirarla y acariciarla y sentir los susurros de sus cantos, pues su toque mágico los aliviaba. Sí, los aliviaba de los malos amores, los aliviaba de un día cargado de complicaciones, los aliviaba de las tristezas que opacaban su alma, los aliviaba de los desencantos que trae consigo la vida.
Al principio… yo no entendía bien el porque todos querían acercársele, pues nosotros desde siempre habíamos gozado de su toque y era natural sentirse en paz consigo mismo y con los demás. Así que solo después de algún tiempo de palpar el efecto que mi Princesa provocaba en los demás y de ver lo especial que ella era, comprendí la magnitud del don que se nos había entregado.
Mi tierna bebe fue creciendo y con ella su belleza. Mi hermosa Princesa Yaiza tenía la belleza que irradiaba su luz de estrella. No solo era su dulce mirada, su blonda cabellera áurica… su etérea manera de danzar… era la forma en que su presencia, rodeada de esa aureola celestial, bañaba de amor y ternura a todos los que la acompañaban.
Yo… me sentía privilegiada, me sentía como la Virgen María a quien Dios le había otorgado el maravilloso placer de traer al mundo a su linda princesa angelical.
Aunque Yaiza sufría desde su nacimiento de problemas psicomotores, desde muy pequeña mostró su temple: nunca se amilanó, nunca perdió su fe, nunca dejó de luchar. Batalló sin tregua ante los retos que le impuso la vida y por encima de todo, amó a sus semejantes y les enseño el verdadero sentido del amor.
Su peregrinaje por la vida terminó, se fue de la misma mágica manera en que había llegado a este mundo. Ya había cumplido su misión y desde ese día, como un ángel con alas de verdad, desde el cielo tendría que regar sus semillas de bondad, dejándonos su estela de paz. Todo aquel que la necesite, contará con su eterna presencia, tendrá para sí, su toque angelical…
Solo una petición te hago para mi princesa convertida hoy en ángel celestial: cuando quieras escuchar su risa, su cantar y verla brillar en el firmamento todas las noches… solo deben entonar las canciones que ella tanto amaba de Maná, su grupo favorito…
“Hoy te quiero más que nunca… hoy te adoro más que siempre”
Tu mami... Checha