Piedras sin alma,
opresor del camino,
que observo con escalofrío,
mortales sin piel,
caníbales sin principios,
aguardan con sus sucias garras
para engullirse las viseras
de gente sin libros,
historias sin títulos
de gente sin esperanzas,
bocado obvio
para el ave de rapiña
que huele la carne sin nido,
mientras se agasaja las manos
y cuenta la riqueza mal merecida
que le robó
a un mortal sin rumbo,
usureros del destino.