Lentamente la somnolencia se desvanecía,
El sol marcaba el principio de un descubrimiento,
Era el amanecer que marcaba el comienzo,
De un hallazgo hermoso como el cantar del tiempo.
Las sabanas y la luz de la luna habían sido testigos, De una noche silenciosa que nunca desee acabara, Y entre el cantar del viento nocturno y tu piel dormí, Con el calor de tu respiración sobre mi pecho, Y tú cabello con olor a jazmín sobre mi hombro. Descanse sobre las alas de los ángeles, Tu presencia y peso sobre mi formaron el plumaje, Y cuando pensé que no podía vivir un mayor sentir, Mis parpados sirvieron de telón, Mi vida explotó frente a lo descubierto, Eras tú, allí… con tus ojos cerrados. Hermosa y en paz, tan frágil y delicada, Dormida sobre mi pecho con tus sueños entre mis sueños, Y mis deseos entre tu espíritu y alma, Sencillamente única, Mágica y candil en la habitación, Entonces vi mi mayor hallazgo, Mi mayor vivir a través de una emoción, Sencillamente fue verte, Allí dormida sobre mí pecho.