Me intriga el sabor de tus besos,
luego de besarlos tanto,
quiero saber a que saben,
si arándanos o al mismo cielo.
Saborear tus labios donde amamantan
los míos, donde solo caben
las mieles degustadas de un caramelo,
que se disuelve de a poco en la garganta.
Ansío el roce de tus dedos,
en el capullo de mis rosas,
paseando por el mundo de mi vientre
gozando hasta el fin todos los goces.
Que en mi espalda reconozcas
el fragor de verter tu simiente
derramando las estrellas de tu noche
atrapando en mi boca las gotas de tu frente.
Me intriga a que sabe tu deseo,
me desvela oir tus estertores.
Ese, que en tus versos vociferas...
ese, que lleva la esencia de hombre.
El almizcle que deviene en la esfera
donde solo conoce tu nombre
me escribe un poema y en el lecho me espera.
Desearás que ígnea me asombre
al ver mi piel candente en tus riberas...
No me escribas hoy un poema,
¡dame tu boca recorriendo mis laderas!