Hado pícaro en juego misterioso
hizo que nuevas vidas
se cruzaran ante la adversidad.
Inquietante presencia.
Derroche de autoridad
al que oponía resistencia
por considerarlo,
a los ojos de la juventud,
cruel.
Inusitada sorpresa me llevé.
La aleación perfecta de tus actuares
forjó el metal de mi carácter
sin darme cuenta,
hasta ayer.
Oh espíritu libre no sabes,
en verdad no sabes,
cuan preciado es el recuerdo
de lo que me dejaste conocer.
Más el dolor hoy me abraza
y susurra al oído,
¿por qué no le quisiste querer?
No reconocí en tu arrojo
las lecciones de un corazón
que al ser amado
desea el bien.
Culpo de todo a la rebeldía
y a la inexperiencia de la vida,
mi tardío comprender;
que aunque quiera negarle,
no dediqué
tiempo a amarte
y físicamente ya no te tendré.
© Veyra C. Jackman Ojeda. Todos los derechos reservados