GITANA DULCE

– LA VELA –fusionado con RICARDO ALVAREZ

  

¡ Amada!

 

Sentí el calor del pabilo ardiendo su llama

 

entre el naranja y el amarillo,

 

derramando su licuada cera como vi tus labios

 

destilar brillante saliva de hábito y

 

tus ojos de medianera en la penumbra

 

desplegando su velo sin rubor.

 

Mientras la vela resumía sus colores

 

oí un crepitar susurrante de lana,

 

era tu frágil cabeza girando sus sudores en la almohada.

 

 

Eran mis ardores

 

navegando las gamas pictóricas de besos enmarcados.

 

Calor de labios expandidos a la cintura del aire

 

como mi ensanchada pelvis hembra.

 

Al rozar el tálamo mi pecho susurró en gemido

 

con el volumen de su flama luciendo a tu mirada..

 

 

Tierna humedad fémina, 

 

halito de bandera agitando la llama

 

Como un corazón unido de patria enamorada

 

Torciendo el aire nocturno e intimo con la brisa de tu aliento

 

como extrayendo de mi sombra sus virtudes

 

al traer el jazmín y la rosa en tus aceites y aromas

 

desperezando los aromas de la acera.

 

Cuando extendiste tu mano de aroma genuino a tilo

 

despertaba tu sutil ronquido de laúd y mis poros secuestraban tus

 

virtudes.

 

 

¡ Oh pasión mia, enamorado del ínfimo silencio ¡

 

Donde hallaría unos ojos que me secuestren al alba

 

como tus iris nadando la espesura de mi bosque y sus  límites de

 

 foresta.

 

Las olas icticolas de mis peces devorantes de piraña y alma.

 

Mi mano paso suave al descuido tus zonas sensibles

 

y las mías predilectas recorriendo tu silueta a la calma tea de la

 

 vela.

 

Mi nuca de girasol ardiendo en un estío

 

buscó tus rebaños de multiplicadas ovejas.

 

Silueta de hombre mío que embelesa mis ojos

 

entre frescas sabanas y titilos fluorescentes de luciérnaga

 

enamorada

 

Luces de colores en inciensos humeantes.

 

Tu ceño disuelto asoma entre las telas  rosas

 

Telas de seda que exprimen nuestros cuerpos sumados del camino

 

por el cuerpo tiritante y estremecido

 

por las caricias prodigadas, los bellos besos

 

de escultura móvil de tu rostro, tus ojos azabache

 

Labios de carne, deseos de mi pulpa labial

 

tela de seda y caricias, avaros mordiscos de besos en carne

 

y bufando por tu cuello.

 

Apetito mío de ambrosía y mi beso escurriendo tus turgencias

 

pudieron mas tus pestañas de cejo alegre

 

asomando las telas desarmadas que tus zonas tentativas de

 

turgencias

 

cuando supe que el amor no eran solo dos cuerpos sustantivos

 

sino una ecuación conjugada de sexo y alma en verbo repetido, 

 

de ti me queda tu grieta de luz más atractiva que la iluminada cera

 

 

Tus ojos de acuarela, entre mis manos carceleras de tu rostro

 

sin un antes, un después de hallar tus deseos con la floja lumbre

 

y mis deseos coronados en tus brazos

 

floreciendo de mi ocaso al alba mis labios inquisidores

 

 a través de la vela sobresale mi alma adormilada

 

despertando al deseo que tus manos extrajeron del rincón

 

profundo de mi ser.