¡ Amada!
Sentí el calor del pabilo ardiendo su llama
entre el naranja y el amarillo,
derramando su licuada cera como vi tus labios
destilar brillante saliva de hábito y
tus ojos de medianera en la penumbra
desplegando su velo sin rubor.
Mientras la vela resumía sus colores
oí un crepitar susurrante de lana,
era tu frágil cabeza girando sus sudores en la almohada.
Eran mis ardores
navegando las gamas pictóricas de besos enmarcados.
Calor de labios expandidos a la cintura del aire
como mi ensanchada pelvis hembra.
Al rozar el tálamo mi pecho susurró en gemido
con el volumen de su flama luciendo a tu mirada..
Tierna humedad fémina,
halito de bandera agitando la llama
Como un corazón unido de patria enamorada
Torciendo el aire nocturno e intimo con la brisa de tu aliento
como extrayendo de mi sombra sus virtudes
al traer el jazmín y la rosa en tus aceites y aromas
desperezando los aromas de la acera.
Cuando extendiste tu mano de aroma genuino a tilo
despertaba tu sutil ronquido de laúd y mis poros secuestraban tus
virtudes.
¡ Oh pasión mia, enamorado del ínfimo silencio ¡
Donde hallaría unos ojos que me secuestren al alba
como tus iris nadando la espesura de mi bosque y sus límites de
foresta.
Las olas icticolas de mis peces devorantes de piraña y alma.
Mi mano paso suave al descuido tus zonas sensibles
y las mías predilectas recorriendo tu silueta a la calma tea de la
vela.
Mi nuca de girasol ardiendo en un estío
buscó tus rebaños de multiplicadas ovejas.
Silueta de hombre mío que embelesa mis ojos
entre frescas sabanas y titilos fluorescentes de luciérnaga
enamorada
Luces de colores en inciensos humeantes.
Tu ceño disuelto asoma entre las telas rosas
Telas de seda que exprimen nuestros cuerpos sumados del camino
por el cuerpo tiritante y estremecido
por las caricias prodigadas, los bellos besos
de escultura móvil de tu rostro, tus ojos azabache
Labios de carne, deseos de mi pulpa labial
tela de seda y caricias, avaros mordiscos de besos en carne
y bufando por tu cuello.
Apetito mío de ambrosía y mi beso escurriendo tus turgencias
pudieron mas tus pestañas de cejo alegre
asomando las telas desarmadas que tus zonas tentativas de
turgencias
cuando supe que el amor no eran solo dos cuerpos sustantivos
sino una ecuación conjugada de sexo y alma en verbo repetido,
de ti me queda tu grieta de luz más atractiva que la iluminada cera
Tus ojos de acuarela, entre mis manos carceleras de tu rostro
sin un antes, un después de hallar tus deseos con la floja lumbre
y mis deseos coronados en tus brazos
floreciendo de mi ocaso al alba mis labios inquisidores
a través de la vela sobresale mi alma adormilada
despertando al deseo que tus manos extrajeron del rincón
profundo de mi ser.