Deja que toque tu rostro como si no pudiese verte,
déjame tocar tus carnosos labios con mis pulgares,
deja respirarte y grabar por última vez tu semblante,
muchas tardes soleadas vienen tras de mí con un silencio que no quisiera llamar soledad
y en ese momento,
cuando el grillo lance su primer sonido al universo
tu mirada me acompañara siempre desde mis adentros,
empañando la dura realidad.