Fue en una tarde de verano
en que te asomaste a la ventana
que alcé la mirada y me encontré con tus ojos
que traviesos me miraban,
ojos que atravesaban el viento
como dagas afiladas.
Quedé prendado de tu rostro, y desde ese día
te tengo en mi vida,
te tengo dentro de mí sin poder olvidarte.
Que jóvenes éramos
cuando solo de amor hablábamos,
cuando agarrados de la mano
te declaré mi amor, y tú asentiste,
diciéndome, yo también te amo.
Hubo momentos que también reñíamos
por pequeñas cosas que no tenían sentido,
o por celos infundados,
trivialidades de jóvenes enamorados
que con un beso
se daba fin al problema suscitado.
Tenerte entre mis brazos, acariciarte,
besarte desbordaba mis sentidos,
la noche oscura y silenciosa era cómplice
de ese amor enloquecido,
a la luna pongo de testigo
que yo te amé, como a nadie he querido.
Por eso te tengo en mi vida,
por eso te tengo dentro de mí sin poder olvidarte.
Mucho tiempo ha pasado desde aquel día,
que tomados de la mano
te declaré mi amor al estar enamorado.
Mucho tiempo, y aun te tengo en mi vida
sin poder olvidarte.
Eduardo Angeles De Rivero, todos los derechos reservados