Ella es un río inextinguible,
tiñe las viejas sabanas ,
tristes y pálidas.
Toma los restos apagados de polvo
y las resume a luces de lucero.
Muere con las tardes del rosario.
Deslumbra con la noche
y los susurros del viento.
Luciérnagas incandescentes,
avivan su faz en la tierra.
Sostienen a la luna sobre una capa delgada,
y la mueven con libertad ,
culpando al viento loco con hermandad .
El cielo llora y aleja la alegre luna,
tomando un beso que prolonga el alma.
Aviva la tormenta, quema el deseo,
y la desborona en el satín.
Emana la esencia, un afrodisiaco pecho,
encarnado en un espacio desbastador.
Susurros del viento, acarician la piel,
lasos de carmesí, a ti mi dulce ejemplar,
amor castigado.