"Si suponen que el Titanic soy yo/ y te preguntan por qué está hundido,/ diles que ese barco se hundió/ en las aguas heladas de tu olvido".
Los pasajeros eran los sueños míos,
Esperanzas vivas que podían sentirse,
No había nunca obstáculos tan fríos
Ni deseos ahogados sin mostrarse…
Vivían entre nosotros para realizarse
Y nunca de desilusión morirse.
La nuestra sin duda prometía ser
Una travesía llena de emociones,
Tú, una más que hermosa mujer,
Intensa como nadie cuando amaba,
Yo un hombre que se preparaba
A navegar en ese mar de sensaciones.
Un timón al parecer con rumbo fijo
Nos llevaba por un viaje placentero,
Alguien que nos vio por ahí nos dijo
“al verlos juntos yo el amor invoco”,
A ti te pareció solamente un loco…
En cambio a mí, me pareció sincero.
Un mar muy helado de infinitas olas
No le quitó estabilidad a nuestro cuento,
Noche tras noche pensábamos a solas
Que esta relación no se parecía a ninguna
Y buscábamos poniendo de testigo a la luna
Qué nombre ponerle a ese sentimiento.
Queríamos ambos darle un enfoque
Que dejara olores a amores eternos.
Sin que mediara siquiera un choque
De opiniones, llegamos a entregarnos
Y quisimos agradecer a Dios por darnos
Esta bendición única de conocernos.
Era un amor de verdad, un amor genuino,
Un te amo que entre nos provocaba gritarlo,
No había posibilidad de que el destino
Haciendo una de sus extrañas jugadas,
Hiciera más violentas las marejadas
Para hundir el amor y malograrlo.
Pero no hicieron falta icebergs atravesados,
No fue necesario un mar embravecido…
Ni siquiera rayos y truenos airados…
Ni ver tiburones nadando alrededor,
Para comprender que esta historia de amor
Simplemente nunca había sucedido.
Tan sólo nos hizo falta despertar,
A ti por tu lado y a mí por el mío,
Mirar en el entorno y sólo ver el mar,
Ni la luna como un testigo sereno,
Ni icebergs que nos dieran de lleno
Para matarnos del susto… y de frío.
No había ya pasajeros presentes,
No había nadie manejando un timón,
Todo ocurría en nuestras mentes,
El mar estaba en absoluta calma,
No había ningún amor en el alma.
Ni siquiera un nombre en el corazón.
Sólo quedaron recuerdos del hundimiento,
De un barco que sólo en sueños navegó,
Donde naufragó un amor, un sentimiento,
Dejando sólo interrogantes muy tristes,
Porque yo nunca sabré si en verdad existes
Ni tú jamás sabrás si acaso existo yo.