La casa donde vivo se ubica bajo la sombra de un viejo árbol y la decora una estrecha callejuela, nada pintoresca por cierto.
Tu puerta frente a la mía, mi boca entreabierta, mis ojos palpitantes.
Allí donde tú vives acaba de entrar el hada más bella que jamás nadie haya imaginado.
Pero también me invade la extrañeza, su figura me es hartamente familiar.
¡Cierto! Dicen mis cejas con su expresión, eres el hada que cruzo todos los días
y que tan solo con una sonrisa alegra mi triste vivir.
Pero estabas frente a mí, ¿por qué nunca te he visto de verdad? Ah, ya lo sé, es que hoy has dicho mi nombre.
Maestro Igeul Seon-Oe