De repente una mañana de abril llegaste…
Ahí, inocente y con una contagiosa sonrisa, me conquístate…
De repente me asedió tú bella y cálida sonrisa…
Tesoro de una tierna mirada,
Preciosa, ser del jardín de la sinceridad,
Del jardín de la ternura, del gran amor puro,
Del gran amor que solo tú puedes entregar…
De pronto, hoy se afirma, que existe verdaderamente la paz,
Una verdadera y maravillosa paz, llena de tanta humanidad,
Que aflora a los cuatro vientos, ese inmenso y gran amor.
Definitivamente afirmo y te confieso, que tu belleza, pura e inocente sonrisa,
Afirmo, que tú sonrisa me inspira a tener fe en la vida,
A tener fe, que no todos los días, son de cansancio, tristezas y mucho menos de lagrimas,
De lagrimas, que alguna vez, se adueño de mi ser,
Y hoy, una vez más la vida, me regaló un poquito de tú entrega,
Hoy me regalaste un poquito de tú calidez,
Un poquito de tú afecto, tú gracia, y mucho más,
Esa ternura, que solo tú puedes otorgar,
Que solo tú, te dignas a derramar, un poquito de tú inocencia,
Inocencia de amor e indulgencia, para con los que te rodeamos.
Precioso ser del jardín de los cuatro vientos,
Sonríe una y mil veces, con la convicción de que llegará aquel día,
Aquel día en que la humanidad se sumergirá en la más inmensa bondad,
Seres como tú, hoy, nos regalan, la dicha de sentir un poco del verdadero amor.
Hoy te pido, nos viertan un poquito de esa inmensa virtud,
De ese amor, puro y sincero, que se siente cuando refleja una bella sonrisa.
Hoy esperaré con ansias, que llegue ese día, donde el amor puro e inocente,
Se adueñe de nuestros corazones.