Márcame los límites,
En la geografía de esta vestimenta
Con tus dedos de nubes…
Trazo a trazo, línea a línea,
Mientras, con tu esponjosa lengua
Mojas de vigor el marco
De mis labios barnizados
De roja desnudez.
Tienta con viveza la lozanía
Que se esconde debajo del negro encaje
Veras como florecen las cerezas
Que tanto te apetece soñar.
Desarrolla tus proyectos nocturnos
Con la complicidad de la noche
En mis montes de miel
Y aprieta mis urbes
Que amamantaran al niño de tu cuerpo.
Atraviesa el desierto estriado,
Donde los cuarentas plenilunios
Dejaron semillas
En mis mareas altas.
Camina por las etapas
Y encontraras el sur:
Una vez allí, baña tus manos
En tan fluida purificación espiritual,
Encontraras la raíz, la gracia
Donde estala mi condición humana.
En esa cripta se halla el arca
Que guarda la demencia; mi locura.
Abrelo, rebusca y busca,
Percibirás ese paraíso
Donde Adam fue desheredado…
Si escullas aullar, entregate
A la embriaguez con curva daga
Y haz retroceder, con tu fibra,
Esta materia hasta lo astral,
Lo universal.
¡Mojame, amor!
Mójame de esperanzas;
Derrama en mí los momentos
Que sin estar yo estuviste,
Y que tiemble la tierra
Porque su hija ascenderá
En mezcolanza con la luna
A ser…
A ser cómplice de la noche.
Antonia Ceada Acevedo©