FLORENTINO II.-

La sensibilidad de nuestra Fe !!..

 

 

 

 

 

 

 

La necesidad de estar en permanente contacto con

nuestros miembros, en la Iglesia de Jesucristo de los

Santos de los Últimos Días, los Maestros de

Orientación Familiar deben visitar a aquellos hermanos

que le han sido asignados para su cuidado y enseñanza

en el Evangelio.

 

En un ocasión se dio el caso siguiente:


  Un hombre, que regularmente asistía a las reuniones

de la Iglesia de un determinado sector en una ciudad,

sin ningún aviso o simple conversación  dejó de

participar en sus actividades. Después de algunas

semanas, el líder de aquel grupo decidió visitarlo. Era

una noche muy fría. El líder encontró al hombre en

 casa, solo, sentado delante de la chimenea, donde

ardía un fuego brillante y acogedor. Adivinando la

razón de la visita, el hombre dueño de casa dio la

 bienvenida al líder, lo condujo a una silla grande

cerca de la chimenea y se quedó  quieto, esperando el

inicio de la conversación.   Se hizo un grave silencio.

Los dos hombres sólo contemplaban la danza de las

llamas en torno de los troncos de leña que ardían. Al

cabo de algunos minutos, el líder examinó las brasas

que se formaron y cuidadosamente seleccionó una de

ellas, la más incandescente de todas, empujándola

hacia un lado. Volvió entonces a sentarse, permane-

ciendo silencioso e inmóvil. El anfitrión prestaba

atención a todo, lo que hacia su maestro orientador, 

solo observaba y esperaba, fascinado y quieto. Al

poco rato, la llama de la brasa solitaria disminuyó,

hasta que sólo hubo un brillo momentáneo y su 

fuego se apagó de una vez.

En poco tiempo, lo que antes era una fiesta de calor

luz, ahora no pasaba de ser un negro trozo de

madera.   Ninguna palabra había sido dicha desde el

protocolar  saludo inicial entre los dos amigos.

 El líder, antes de prepararse para salir, manipuló

nuevamente el carbón frío e inútil, colocándolo de

nuevo en el medio del fuego. Casi inmediatamente se

volvió a encender, alimentado por la luz y el calor de

los carbones ardientes en torno de él.  Cuando el

líder alcanzó la puerta para partir, su anfitrión le

dijo: Gracias por su visita y por el bellísimo sermón

que me ha enseñado....

Regresaré al grupo de trabajo en la Iglesia.

 

¡Que Dios te bendiga hermano! 

 

  

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