Ana Maria Delgado
AGITADO POR EL CICLÓN
Con esfuerzo ha consumado la pretendida acción,- triunfo merecido -dio fin a un suplicio aborrecido, ha curado la dolorosa llaga,que ávida le invadió la piel,haciendo que la sangre borbotara,empapándole la ropa y desbordándosepor el filo oscuro de la sábana,hasta caer sin prisa,tiñendo el piso de la habitación, aún más oscura que la sábana. Inundó su vida el hastío, el rencor, el dolor,durante un tiempo corto- pero eterno -… en sus ojos se mecieron lágrimas de ira,mientras implorabas abrumado y sediento,- a gritos –atado y con el estomago vacio, detener el suplicio inmerecido. Hoy no apetece aceptar disculpas tardías,le repudia y mortifica el hecho de entrar en la conexión común, ridícula y banal,de indultar,- por temor -la crueldad depravada. Con bríos y agilidad levanta su cuerpo,y se sitúa, sin confusiones, sin sorna, sin decoroen el centro de la habitación iluminada y pulcra,- desciende y se abisma -en sus profundidades. No le importan las improntas criminalesde disimulado sarcasmo,que con perspicacia descifra en las bocas temblorosasque le sonríen con premeditada gentileza- conoce pretensiones insidiosas,que del fuego solo esperan la ceniza - Le provocan risa,las palabras confusas, recelosas y efímerasque en molesta y ridícula sucesión, escucha,como eco sonoro recreándose en un abismo,en un ocaso enlutado con una fría tormenta desastrosa,o como llamaradas estridentes que se apagan,ante la caricia de la brisa ligera,- palabras vagas que pasan como aguaque se hecha en un recipiente sin color, sin fondo - y que insaciables amenazan con abolirsus propias palabras...sus palabras…que con pasión y cuidado desvisten sus fértiles ideas- dejando en su lenguaun sabor placentero - Repara en los ojos enormesque burlones le miran,sin timidez y con feroz entusiasmo,ojos que incesantemente,se recrean y extasían indolentes,al estar frente al resultado siniestro,de sus actos corruptos, sádicos y miserables ,y que irónicamente se aterran,cuando observan recrearse versiones idénticasen escenarios ajenos. - Fatigado de ser, sin haberlo pretendido, el personaje principal de un espectáculo circense,desvía la vista a la ventana,para contemplar el cielo azul,cierra los ojos y vuela – POR: ANA MARIA DELGADO P.