Anton y la Luna:
Sumergido en la inmensa oscuridad,
La paz muerta y el silbido de los incorregibles.
Anton estiraba los brazos intentado agarrar la dulce Luna,
Ella escapándose caprichosamente, sentía tranquilidad.
Largas noches y padeceres inconsumibles,
El la seguía, ella escapaba.
Virando su amor hacia el mas allá,
Intentando algo imposible.
Las farolas alumbraban el macabro acto,
La muerta faceta, y la falta de humanidad.
Robando la Luna para el solo, Anton
Se volvió impuro.
Oscuridad para la humanidad,
Alumbrando con velas la luz que ya no alumbra,
Sumergido en el mismo.
Guardada en su bolsillo, Luna,
Fue perdiendo su brillo.
Extasiado de felicidad, feliz de lo conseguido,
Sin lugar a la humanidad, solo monstruo de Dios.
Años pasaron, el pueblo oscuro y tenebroso se hizo,
La falta de visualización, una claridad siega.
Viejo y decepcionado Anton, saco la luna de su bolsillo,
Ya había perdido casi todo su brillo.
Una última pizca de luz alumbro por segundos el pueblo,
A la vista, fue un pueblo desolado.
Luna paro de brillar, una roca era ahora,
Común y simple, nada complaciente para su poseedor.
Enojado y llorando, furioso, salio y camino por las largas y frías calles del pueblo,
La tempestad y neblina lo enceguecían aún más.
Tiro la piedra en un lago escarchado,
Al tirarla tiro su pasión y corazón.
Se dio cuenta de que había robado la Luna
No supo con que llenar su vació,
Cada día de su inmortal vida Anton, recordó a la Luna,
Melancólicamente yació sentado pensando.
Tratando de encontrar la respuesta de porque condenó a la humanidad,
Murió desolado.
“No mas para el alma jovial, el avaro obtuvo su merecido, bastó con la culpa que sintió por condenarse, perdió su brillo“
Dalmiro Ferrando