Tomé una ilusión de mi bolsillo izquierdo,
fue una simple distracción,
ni siquiera un intento.
La miré en mis manos sorprendida,
una lágrima cayó desprevenida y rebotó.
La ilusión permaneció quieta,
yo le pedí perdón.
Hacía tanto que no veía una,
que no sentía esa emoción.
Latía demasiado fuerte mi corazón.
De la boca nació una palabra,
un susurro que no llegué a oír,
pero la ilusión estuvo agradecida
lo supe por su caricia,
por su manera de reír
Me miró extasiada,
me dijo “has esperado demasiado,
pero siempre estaré allí
para cuando quieras regresar
y volverme a descubrir”.