Día del Trabajador
Y dijo Dios:
Tú, oh pueblo,
te llamarás Prometeo;
y aunque tus entrañas renueves
y forcejees contra los eslabones,
no podrás librarte de esta roca proverbial;
tus vísceras volarán por las úlceras
de la piel trabajada, sin manumisión.
Y tus días serán eternos,
con calor bajo las horas
con trabajo inaudible
de dolor a sol.
Y dijo Prometeo:
pueblo predestinado a la lucha soy.
Asumo mi destino de condenado
en estas ligaduras de mi labor penitente
en el dolor sudoroso de los días
y el frío irreparable de los olvidados.
Y aunque me perdonares
aquí estaré:
de pie en mi destino
proveyendo a los mismos de siempre,
alimentando desde mis entrañas
a los buitres insaciables del poder.