El cielo fue testigo,
que en una tarde de otoño
levantaste tu mirada hacia el y
dibujaste mi rosto en ese inmenso espacio azul infinito y
recordando las sonrisas que te dedicaba extrañaste verme sonriendo.
El mar fue testigo
que aquel día silencioso
llegaste a sus orillas y
dejaste caer tus lágrimas que vertieron sus aguas y
endulzaron con tus dulces lágrimas que lloraban mi ausencia.
La luna fue testigo
que en aquella noche de desvelo solitario y frío
te asomaste por tu ventana hacia ella y
le preguntaste por mi,
y recordando aquellos juramentos que tu mismo hiciste de amarme por siempre
te preguntaste ¿por que la deje ir?