"Quedará encadenada a sus leyendas, con su nostalgia herida, y con su ausencia a solas"/Antonio Porpetta
Siento que, de una forma u otra, todos conocen algo de mí que yo ignoro. Debe ser algo insignificante, un detalle latente, algo que me chorrea por los ojos, que se me sale de las manos, que dejo al caminar.
No es mi culpa no entender que, cuando uno ha sido burlado, todo el mundo es un fiel espectador de la función.; claro está, menos yo, el perenne protagonista de éste acto sin fin que es la vida. Todos vieron el cartel a la entrada del teatro que anunciaba con gracia mi caída, y se apresuraron a comprar un boleto, que les diera acceso a eso que yo ignoro, al detalle latente que me chorrea por los ojos, que se me sale de las manos, que dejo al caminar. Y que, sin embargo, permanece imperceptible para mi. ¿Será la tristeza infinita de no poder condensar nada con mi vida? ¿De estrujar los delirios de la grandeza y la salvación?, ¿de desayunar esperanza y cenar frustración?. ¿De dormir con la antipatía, el miedo a ser, a no ser y también a vivir?. O será la renuente tarea de calzarse cada día las pantuflas de la monotonía, vestirse con las sonrisa de todas las mañanas, y salir a la calle; esperando que, este día, también yo pueda conocer eso de mí, que hasta el momento ignoro.