María B Núñez

El Último adios

 

 

El cuarto en penumbras


se vistió con encajes,


cubriendo el suave lecho


con pétalos de escarcha.




La luna se entremete


tímida en la persiana,


lanzando un débil rayo


furtivo hasta la almohada.




Donde hoy serenamente


descansa allí mi amada.


No temo despertarla


por fijar la mirada.




En flores blanquecinas


que le adornan su espalda,


camino así en puntillas


y cierro las ventanas.




La siento tenuemente


mover sus labios rosa,


quizás esté soñando


o recite una prosa.




Despacio se retira…


trancando ya la puerta,


dejando tras de aquella


su dulce esposa muerta.




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María B Núñez © 2001