¡No! no quiero entrar ahí... ¡no me obligues!
no ates mis manos, no vendes mis ojos.
Aprende de tacto, de cortejo,
no de violencia ni ensañamiento,
no de escarpado ni abrojo.
Pide generosidad, cortesía, hospitalidad,
¡misericordia!, si te la dan.
¡Pide versos! implora cantatas de amor,
tal vez alguien te las conceda; yo ya no.
Porque eres violento y la violencia llevas
repujada entre tus sucias venas,
¡y más y más engendras!
Maldigo este destino desatinado,
culpo a tus ojos faltos de honor,
¡esclavizaste mi existencia!
Desatino el mío, ese destino que nos unió...
Tenso mi ira.
Corto toda relación,
todo aliento, todo soplo...
todo átomo que tenga que ver contigo.
Fuiste a matarme,
mas no conseguiste rematarme.
En el infierno, así se pudra tu frustración.
Adiós no es suficiente despedida,
mas no encuentro la palabra adecuada
para decirte ¡sal de mi vida!,
porque, nunca naciste.