Para hacer las cosas
me gusta tu manera, mujer,
todo lleno de amor rosa
y de esa inocencia
blanca de color.
Sólo tengo algunas dudas
y es que, hermosa mujer,
¿en dónde quedan
el verde de la salvaje naturaleza,
el amarillo del incandecente sol,
y el rojo sangre de la pasión?
Para un beso de enamorados
me gusta tu manera, mujer,
con tus labios color rosa
y esas buenas intenciones sin color.
Pero ¿y dónde dejas
a los demás besos, mujer?
a esos con que se sacian
las ansias locas
de todas las bocas
cuando no son tan rosas
sino más bien rojas, verdes,
azules ó marrón.
En verdad me gustan todas las cosas
hechas a tu manera, tierna mujer,
recitar con una rosa entre los labios
un poema dulzón escrito
sobre un papel pálido
como el mundo que habita su autor.
Sin embargo, también existen
los amores trágicos de Don Mario
ó los cuentos que cualquiera pudo escribir
pero que sólo un Marqués se atrevió.
Y es que para hacer las cosas
me gusta tu manera, mujer,
todo lleno de amor rosa
y de esa inocencia
blanca de color.
¿Pero qué sería del mundo, mujer,
si el arcoiris fuera bicolor?
JCEM