En carro de fuego,
corceles alados centellantes,
fué su aparición.
Enceguecida quedé desde aquella vez.
Oleadas de mar en mí adentro,
el corazón surfeando en ella.
Girando mis sentidos alrededor
de un nuevo sol, en magnetismo
irremediable de atracción.
Como el agua moja, el fuego quema,
la hiedra trepa, el corazón palpita
signo de vida inquebrantable.
Siguiendo hipnotizada sin razón, ni voluntad,
al objeto idealizado,
cuando al final de venturosa travesía,
se devela en realidad un ... espejismo.
luz teresa maldonado folkerts