(soneto)
Esta loca manía de pensarte
acaso en cierto modo desmedida
es mi razón de poseer en vida
lo que yace difunto en otra parte:
corazón que dejó de palpitarte,
mirada dulce tan enceguecida
nítido albor que, por decirlo, anida
-¿en dónde?- allá donde su luz comparte.
Esta loca manera de extrañarte
no es cosa más que la ambición urgida
de no perderte y para siempre hallarte,
de no contar por desaparecida
tuya existencia y para siempre amarte
que amar es parte de quien nunca olvida.