Fijamente observaba el diario labrar de un individuo, día tras día, sembraba semillas en tierra árida, cuyas partículas eran tocadas por las gotas de la lluvia una vez al año, en el mejor de los tiempos. Estos dos aspectos llevaban a la lógica de que no lograría cosechar nunca nada; esto provoco en mi cierta curiosidad, y un cierto día, sentí la obligación de hacer una obra de ”caridad”; pues bien, me acerque a este tipo para preguntarle si era consciente de que debido al ámbito natural que lo envolvía, no era posible conseguir lo que se proponía; pero al acercarme, mis pensamientos se nublaron y perdí la conciencia ¿no sé porque tiempo?, tendido en el piso y con los labios cubiertos de partículas de polvo (al menos algo acariciaba mi boca después de tanto tiempo, aunque sea bruscamente) recordé en un instante los actos de mis tres últimos años de vida, recobre inmediatamente la razón y me levante gritando: ¡no lo hagas, no lo hagas! ¡no desperdicies tu vida, tu tiempo! ¡no derrames tus lagrimas, que no harán florecer nada! ¡no lo hagas!........ ¡Respire profundamente! y a mi alrededor únicamente estaba un inmenso desierto. Lleno de angustia con mis manos trate de encontrar las semillas que estaba seguro aquel hombre las había enterrado, ya lleno de ansiedad y desesperación de no hallar las semillas, encontré un artefacto que en un inicio no reconocí, porque estaba lleno de arena, al limpiarlo lentamente; mi rostro se reflejaba en el.
Ahora en mi mente solo vacilan varias inquietudes, ?No sé cuando llegara la hora de la cosecha?, ¿No sé cuando se acabaran las semillas?, y la única respuesta que consigo es que, el fin llegara cuando el sentimiento se extinga; al menos, acerté dolidamente quien era aquel labrador……..
Definitivamente no puedo morir de amor, estoy seguro que tendré un final sin dolor.