Cada vez que yo pienso en tu dulzura...
de mi corazón, se acelera más su ritmo...
¡Qué me hiciste para que te ame con locura!
y no pueda olvidar lo que vivimos.
Si pienso en ti mis ansias se agigantan,
me duele el pecho y se anuda mi garganta...
¡Qué me hiciste amor mío, qué me hiciste!
no logro respirar, desde el instante que te fuiste.
Cuando estoy lejos de ti me duele el alma,
me siento triste... creo perder la calma.
Las lágrimas ruedan por mi cara...
igual que la lluvia baña la ventana.
¡Qué me hiciste amor mío, qué me hiciste!
que cada día que pasa, estoy más triste...
escuchando el gemir de la gaviota,
que no vuela porque tiene el ala rota.
¡Qué me hiciste amor mío, qué me hiciste!
que no puedo tenerte aquí en mi lecho...
recordando el amor que me tuviste
y muy fuerte me apretabas en tu pecho.
¡Qué me hiciste amor mío, qué me hiciste!
no me llega la lumbre de aquel faro.
Las flores del jardín se marchitaron,
desde el mismo instante que te fuiste.
No retoña la dalia ni la rosa,
el clavel, el crisantemo y amapola,
dejaron de florecer en mis balcones...
no quisieron abrir más sus botones.
Las flores que mis jardines adornaban...
son flores que están mústias y olvidadas.
Ellas saben de mi angustia y de mis penas
Y del dolor que corre por mis venas.
¡Qué me hiciste amor mío, qué me hiciste!
que pasa el tiempo y no puedo con mi pena,
me duele el alma y el dolor persiste...
Vivo mi vida, cual si fuese una condena
Felina