Cuanto anhelo aquella cita misteriosa,
a la que tus labios convidaron ;
a descubrir el secreto que ellos guardaron,
despertando en la imaginación, muchas cosas.
Ansioso, por la verdad incógnita,
en las noches me desvelo;
no encontrando en las horas, consuelo;
ni tampoco deshojando margarita.
Son muy eternos cuatro días,
ante el enorme cúmulo de ideas,
por descubrir; lo que tu alma desea,
decir a la impaciente esperanza mía.
Me imaginó que me lastimas,
y la idea muy pronto la deshecho,
para luego pensar en mi lecho,
que tú mucho me estimas.
Y así varia mi pensamiento,
muriendo y reviviendo mi esperanza;
y no puedo soportar la tardanza,
para morir de tristeza, o vivir contento.
¿Qué secreto guardas alma mía?
- ¡Ojalá no sea una verdad con aspereza!
¿O me vas a llenar de tristeza?
¿O me vas a llenar de alegría?
-¡Esa es la gran pregunta
que yo mismo quisiera resolver!...
¿Será que me has llegado a querer?...
“Es una idea que a los demás se junta!...
Pero hay un pensamiento que me tortura,
y desecharlo pronto quisiera,
en un beso de tus labios en primavera;
¡y así saber, si estoy a tu altura!.
Y si acaso guardas para otro tus besos,
deja que te robe uno alma mía,
sería mi mayor alegría,
ir libertando a los pobres presos…
Y cuando libere a los presos,
de tus labios los dulces besos;
¡no importaría, que destruyas mi alma!
solo así: moriría con calma.