Como vespertina soñadora
sobre un balcón de plata,
vi obnubilarse la aurora
con cenizas de estrella apagada.
Porque como soñadora fiel,
bañé con luz de luna
mis poemas esculpidos en papel
por ríos de sueño y locura.
Y ya consumida en el tiempo,
la casualidad se acabó por escribir
en el tercipelo de mis versos
para morir de amor por ti.
Como soñadora auténtica y leal
la musa llega a mi encuentro,
y al despuntar el día se irá
entre perladas brumas de recuerdos.
Y ya puramente ideal,
este amor clamó por su vida
cuando entre fantasía y realidad
lo lloró esta soñadora peregrina.
Pasajera de este sueño que soñé,
sólo fue un sueño sin más,
y como soñadora a flor de piel
lo soñaré hasta despertar.
Hasta despertar...
Ceci Ailín