Si Dios existe, le preguntaré ¿cuál es la razón de su obrar?
No responde, calla, y otorga.
Es un sádico irracional, que se rie tras un cristal inexorable.
No está arriba, está al lado, donde pueda ver mejor cada detalle de nuestra repugnante humanidad.
Riendo por cada lágrima que derraman nuestros débiles seres.
Viendo cómo vamos hacia nuestra ruina.
Pero lo que más risa le da es oir cómo seres inferiores, mortales, creyentes, hacen sus plegarias, esperando de él respuesta.
Sobre todo, se ríe de quienes creen encontrarla.
Es imposible creer que este ente no supiera el mal que hace, dada su omnisciencia, sin embargo, su piedad se reduce a continuar con una comedia que lo hace cagar de la risa.
Que lo ha hecho reir a reventar desde hace más de dos milenios.
Porque no se cansa de oir como sus súbditos le piden pan, porque es esa plebe la que lo hace poderoso. Rey de reyes. Súbditos todos. Supremacía loca. Déspota ilustre.
Ente que se ha reido de cada uno de nosotros, los pobres mortales. Y lo seguirá haciendo hasta el fin de nuestros días. Amén.