En una pequeña cajita,
guardaré, los puñales que me distes
disfrazados de papel,
con las que abriste nuevas heridas
junto a las viejas, que no han sanado
las huellas, que quedaron, de otras ilusiones
que no alcance.
El más grande todos los puñales que me diste
se llama “corazón partido” donde dice:
busca la mitad que se te ha perdido
porque, yo no soy tu mitad!...,
te equivocaste,
y como barco sin timón, tú naufragaste.
No me distes puñales de acero, pero hirieron
en lo profundo, donde el acero
no hubiere llegado;
tenían formas de papel con letras
y por eso las tomé entre mis manos,
sin saber que aparte de puñales, habían
saetas que destruyeron el
sentimiento humano.
“Seis de mayo” una fecha grabada
en la memoria…,
que nunca se borrará; -un día en que se
formaron heridas en el corazón;
heridas que no sangran pero causan dolor;
un día donde la barca de tu amor, la descubrí
navegando en otro mar; lamente no ser
marinero para tomar el timón
y traerla a mi puerto; ¡ un día!..., donde mí
esperanza había muerto.
Al conducir mi amor hacia tu corazón no lo
supe hacer, acelere los sentimientos por llegar
primero, estrellándome en una
roca de desilusión.
Quise competir una carrera ganada, y solo
logré una esperanza destrozada.
¡Ahora!, solo iré rendido, con mi derrota
a enterrarla en el olvido;
otra batalla pérdida
que se lleva parte de mi vida,
otro lucero al que no pude llegar primero,
otra esperanza destrozada, en el fondo del mar anclada.
No guardo rencor a una flor por no brindar
su perfume, no guarda rencor aunque me
hieran las espinas…, como
tampoco guardo
rencor, a tu amor por no ser mío, aunque
haya quedado con sed junto a la fuente.
Si alguna vez tu barca cambia su rumbo,
Dirige tu navío hacia mi puerto,
en el podrás anclar y descargar
alguna desilusión,
y yo!... que se de dolores, te podré ayudar
a sanar las heridas que la vida te cause.
Ahora vive tu ilusión forja tu destino,
guarda en un bolsito, esperanza,
amor, ilusión,
cariño, ternura, bondad y voluntad,
para que nunca sufras,
como ha sufrido mi
alma soñadora, ante el implacable destino
que no he podido controlar.
Vive feliz junto a aquella
persona que amas,
no quiero saber, que tus ojos bellos
han derramado lágrimas, ya que aquellos
ojos llorosos parecerían menos hermosos;
y si alguna vez rueda una lágrima por
tu mejilla, déjame que sea yo quién
enjugue tu llanto, y así sabrás…, que a
pesar de todo…, ¡te quiero tanto!...