En la discordia de las apariencias, en el rincón donde agoniza la realidad, en el excipiente sueño de los diatónicos besos que no te di, o en el ecuánime suspiro de los reflejos del alba, en ese laberinto que trazas con tu voz y hasta en la inspiración de mi alma, solo alucino creyendo en ti.
En las pesadillas que disgregan el reflejo del espejo, en los repliegues de la memoria, en la única salida del abismo, en los confines del infierno, o en la tumba donde aun agoniza mi fe, solo vivo esperando un si.
En los bordes del abismo, en el confín del horizonte, en el perfecto caos de la muerte en la traición de tus labios, en las mentiras de tu boca, y en el rechazo de tus ojos, conservo la ínfima esperanza de estar dormido.
En la habitación donde el miedo me obliga a refugiarme, en el respaldo de los sueños, en el cataléptico estado de mi ser, en los enfoques del recuerdo, en tus ojos y en tu actos ambiguos, sospecho que cada sonrisa es tu forma de confundirme.
Quiero recordar las palabras que quise decir, quiero olvidar el dolor que pude sentir, quiero pensar que todo fue leal, aunque hoy despierte con claustrofobia al mundo real.