Pedro Aros Castro

Me pides


Me pides que haga un verso:
al labrador sin futuro,
a la mujer con ocho niños,
al obrero que perfora los caminos,
al cesante que los recorre con fatiga,
a la niña que sueña con su cuarto,
al que le roba frutos a los surcos,
al mendigo que cojea sus miserias,
al alcohólico que esclaviza sus sentidos,
al anciano que se abandona a su destino,
a los ojos que adivinan los colores...

Quieres que escriba un verso que destruya:
al que especula con el hambre y el dolor ajeno,
a los conspiran en la oscuridad
al que esclaviza en nombre de la libertad,
al que condena en nombre de dios,
al que acapara todo y reparte migajas,
a los vendedores de falsas ilusiones,
a los chismosos de la tele,
a los que enjugan lágrimas con dedo meñique,
a los falsos profetas empresarios del credo...

¿Cuanto crees que pese un verso?
¿cuantas consciencias despertará?
¿los que ostentan el poder los leerán?
y si lo hacen, ¿cuantas sonrisas causará?,
te prometo que lo intentare
cuando dejen de rondar los misterios,
cuando deje de interrogarme el destino,
cuando la música celestial me lo permita,
cuando deje de perseguir dioses antiguos,
cuando las constelaciones revelen su sentido,
cuando deje de aullar el lobo interno,
cuando cruce el umbral de lo divino...

Por ahora tengo un pequeño verso
a la mirada compasiva,
a los ojos de la inocencia,
a las manos repartidas,
al corazón humilde,
al sabio que reparte cariños,
al que intenta ser mejor,
al que desecha el odio el rencor
y hace del amor por los demás su caminar

Quizás si se juntarán pequeños versos
que provocarán un cambio en singular,
desaparezcan poco a poco tantos males
por los cuales no fuese necesario versar mas.