Con seis lindas notas.
Fuiste alegrando mis días.
Con seis simples acordes.
Me pudiste extraer alegría.
Tú fuiste aquella novia
que me costo conquistar.
Entre prácticas y prácticas.
Pronto te aprendí a tocar.
Tú fuiste aquella
Que nunca deje de pensar.
Deleitándome con sonidos
Que bella, era de esperar.
Por seguirme a fiestas.
Por seguirme a serenatas.
Tenía muchos problemas.
Pues quedabas desafinada.
Paso mucho tiempo.
Ya te ibas degradando.
Pero los lindos sonidos.
Aun los seguías cantando.
Ya cumpliste quince años
desde aquel día que te encontré.
Fue algo espontáneo
Pues de ti me enamore.
Una triste mañana.
Te deje en la ventana.
Callo un chaparrón de agua.
Tanto, que te empapaba.
Rápidamente corrí hacia ti.
A ver lo que te había ocurrido.
Tristemente pude notar.
Que te habías consumido.
Aun maldigo ese día.
Donde junto a ti murió mi alegría.
De ti no quedaba nada.
Estabas toda partida.
Por eso hoy guitarrita.
Te dedico esta poesía.
Recordando esos buenos momentos.
De gozo y alegría.
Fuiste la primera.
Y también la ultima.
Siempre estarás en mi mente
Pues siempre serás:
“La guitarra mía”