La bocanada de aire le abre el telón
Al deseo de aprisionarse en lo estático
Se va mostrando en el seño el tesón
De mantener, al momento, flemático
Escindir el pequeño tramo de existencia
El efímero segundo de destello sagrado
Cuando este mohín atrapa a la inocencia
Y la última meta en la tez se ha plasmado
Enmarcarla en el atrio de los recuerdos
Adornando su altar con perpetuidad
Esconderla entre los días de invierno
Perfecto crisol para alcanzar longevidad
Para qué apostar por un nuevo instante
Si es sabido que la vida es un vaivén
En el que la felicidad no es una constante
Y paso a paso nos alejamos del edén
Si tan solo quedara grabado el retrato
De aquel espejismo de plenitud radiante
Rasgando el papel que contiene el relato
Sin que importe el vano espacio restante
Acortando la ruta que el tiempo transita
Alivianando el peso del pasar de los años
Cuando el regreso del péndulo se evita
Y de una vez por todas se acaban los daños
La cicatriz que dejan los pasos en la tierra
Se va ocultando detrás de la fotografía
Que deja ver tregua en medio de la guerra
Y marca el final del resplandor de la vida
El preciado tesoro de una flor marchita
Es el segundo en que el cénit fue alcanzado
Aquel momento al que su mente visita
Cuando su fulgor ha quedado opacado
Si tan solo nuestra existencia se redujera
A aquel lapso de lozana experiencia
En que se detiene brevemente la carrera
Y respiramos paz, en perfecta cadencia.
Andrés Ruiz H.