Bien mirando
sé que soy...un cobarde
cual alguna vez se atrevió,
un truhan poseedor,
de artimaña, que no es trampa;
y que honesto,
su cabeza agacha
en el asumir su imperfección.
Soy capaz de mantenerme altivo,
lleno de orgullo
o de dictado por conciencia,
humildemente disculparme
pidiendo perdón.
Bien mirado...soy un trapecista que voltea
la confusión y la incongruencia
y aunque de bruces me cayera
entre equilibrios sopeso
las desventajas del infortunio,
la fortuna anhelada en quimera.
Puedo ser amante entregado
y ¡como no!...un cordero degollado;
soy un desierto indolente,
también el alboroto
de una salvaje selva,
y vergel, por disponer,
del blanco y el negro,
por igualmente construir
que demoler abatiendo.
Pero tengase en cuenta,
sobre todo,
por acontecer a caballo del tiempo
junto a la insolencia que reclama
la multiplicidad inherente de esta pieza.
En mi se oxigenan las variantes
cuales sostienen sendos polos opuestos,
las dichas, las desdichas,
los aciertos, los fracasos;
soy un tocón,
que en cada grano de arena
esparcidor de minutos, de segundos,
rebota o se balancea.
¡Ay si me dieras la mano!
y aconsejarme pudieras
para saber las esferas
acogen poder mundano
y olor fetal inhumano,
que amontonan los pecados
por biblia mencionados
y tal cual con bofetón,
rudas desdeñán blasón
agriando con sus recados.
¡Dime!, que sabiduría
entreteje la mentira,
interés, que al barco vira,
hacia sombra desafía
con desgracia vida mía
y ella mezquina berrea,
fustiga con su correa
la interrelación lustrosa,
que acicalada y hermosa
iluminando batea.
318-omu G.S. (bcn-2011)