Hay días en que mi verso no vuela.
Se pone pesado y terco, muy ausente,
me azota su falta desde la oscuridad
en éste campo estéril, hoja en papel de blanco.
Amanece y hay susurro de fin de carrera.
Se siente la renuncia a todo, Detenido.
Amarga hoja blanca en blanco,
no tienes nada. Burla ni aplauso.
Lápices rotos, cuadernos volando contra la pared,
luego al suelo. Acobardado, Temeroso.
Insatisfecho. Sin Electricidad, Sin Conexión.
Me provoca entregar todo al fuego
para llorar, a nadie le importa.
El camino me pierde,
La tinta se seca antes de salir,
La tecla se traba en terquedad.
Necesito un ritual que me alce del fango,
sonidos de manos del empíreo.
Pero no llega. Insatisfecho.
Un poema que no vuela
no me llena, no me gusta.