mercedesdembo

EL RAWD FIL STAH- JARDIN EN LA AZOTEA

Fel stah dirt rawd ,

kulu mha mhabaq min kul qadd.


Fil kebar gerst limunat uel zyaten

mha fawakih u naxlat  mxallzin dallal ila.


Felajrin  kye  nbr nabatat rawayat,


rubian, xdidiz, yasamin, sawsan

ward,qronfla.


Ka-ya   azbni  nji hna fel sbah

qbel nbda el haraz del dar,

uraq  mghtin bel nda rhif

kif dumu seghar kif zaz.



Rwah rtab miyyel naxlat


msebbkin fsteh del hubb,


Txallat mensuzin xdura dawiyyin.

Hna beid men aynin fedoliyyin del kullun,

kanjib el hud u kan gles


nghani, lahhan, nshah,
xammem.


Wekka al sur elfyya
lahad del zanqa,

bezzaf del sgul
wahad wahad kyefethu biban,

bibam uma mel hdid, tqilin,

kul zanqa anda bab fel luwan xass.



Si ta  xraz sila  barra,


bas y xedem u xtaf saryin


shu qamu yebdu i zi.



Mhanut ijorzu bayiin

yibehu, zrabi, gwamel del tbax,

ayna jau el gherabiyin

be ez-zahar trannem:

ma bared!, ma bared!


Fel dar can smah el
haraz,


yala ani mashia nzen el xbez del yum

uama el ferran.

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En la azotea hice un jardín,


todo de macetas de varios tamaños.


En las grandes plante limomeros y olivos

que ya dan frutos y palmeras frondosas para la sombra.


En otros crecen plantas aromáticas,

hierbas, geranios, jazmines, azucenas

rosas, claveles.


Me gusta venir aquí al amanecer

antes que empiece el alboroto de la casa,

las ojas estan cubiertas de rocío fino

como  pequeñas lágrimas de cristal.


La brisa suave balancea las palmeras

que se entrelazan en un baile amoroso,

mezclando sus tejidos de verdes luminosos.


Aquí lejos de los ojos inquisitores de todos,

traigo mi laud y me siento

a cantar, componer, bailar, meditar.


Apoyada en la muralla, observo el despertar de la calle,

los numerosos negocios que uno a uno abren sus puertas,

las puertas son de hierro, pesadas,

cada calle con su color de puerta particular.


Algunos sacan mercancia fuera,

para  trabajar y atraer a los compradores


que poco a poco empiezan a llegar.



De varios negocios salen vendedores ambulantes

con cosas para vender, alfombras, atuendos de cocina,

alli van los vendedores de agua fresca,

el agua la ponen en una piel de cabra,

unas campanitas de cobre le anuncian.


Con sus voces cantarinas

pregonan su mercancia:

agua, fresca! traigo agua fresca.


Abajo en la casa escucho barullo,

tiempo de bajar a amasar el pan del d
í
a

y mandarlo al horno,




Merche DemBar
9/5/11
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