Los añosos intelectuales
transitan bajo el cielo despiadado
de la duplicidad.
Su lluvia de palabras
es tan fingida
como averiguar que tras el olvido
se esconde la sensatez de toda una vida.
Los rancios intelectuales
degustan versos de paz
que no es tal.
…Y a medianoche
sus orgías de ponzoña
logran que sean heridas
las distinguidas insignias
de la ecuanimidad.