Ayer rompí el secreto, el juramento;
hice de nuestro amor, cosa sabida.
Ayer se me escapó del alma henchida
de amor purísimo por tí, un lamento.
Ayer rompí el silencio, te lo cuento,
no te lo escondo. En realidad es vida
callar de amor cuando también convida
tiempo que pasa al arrepentimiento:
vez en que se haga del comedimiento
omiso caso para que resida
en descubriéndose tan conocida
verdad que andaba en el ocultamiento.