¿Te acuerdas, mi amada, de cuando nos conocimos?
Aquella tarde radiante,
tu mirada y tus dulces ojos,
se posaron en nuestros caminos,
y ardió el amor dentro de nuestras almas.
Con nuestras miradas callaron las palabras,
y el amor, como el viento, corrió a nuestro encuentro,
y anidó dentro del cielo,
y floreció como la pureza de los lirios.
Cuando se posaron mis labios en ti boca,
como el suave roció de los jazmines,
y se despertó tu aliento,
en mi alma, como un sueño,
se vistió con la flor de los almendros.
Tu sonrisa fue vuelo de mariposas,
que volaron a la ventana de tus sueños,
y tocaron las campanas.
Florecieron las rosas de otoño,
y tus labios me besaron,
y se encendió la nieve,
en el calor de tu boca.
Para mi esposa, María del Camino.