Ilusionada por el camino de la vida,
voy buscando mi verdad y mi destino,
anhelando curar la cruel herida,
que aqueja a mi hermano o a mi vecino.
Me regocijo en la sonrisa sincera,
me entristezco en la actitud indiferente,
aunque el dolor es furtiva quimera,
soy humana, como humana es la gente.
No hay mayor y bendita condecoración,
que aquella que llena mi esencia,
al brindar al enfermo mi atención,
con voluntad y digna conciencia.
Es por eso que hoy digo convencida,
que no hay tiempo siquiera de dudarlo.
Mi misión está totalmente comprendida,
imposible ya de querer ignorarlo.
Quiero ser obrera comprometida,
en el alivio de la dolencia ajena.
Quiero cambiar la expresión dolorosa
por la sonrisa que diluye la pena.
Me he encontrado con un dulce destello,
en mi ansia sin límite ni frontera,
que me conducirá hacia el cometido bello,
de servir a la vida como enfermera.
Misión bendita que concede ternura,
humanidad y sensible comprensión.
Es bello iluminar la noche oscura,
de aquel que en su alma cobija ilusión.
Ahora con certeza puedo expresar,
que por nada ni nadie yo cambiaría,
lo que me hará mi corazón entregar,
siendo obrera valiosa de la enfermería.