Cuando tu alma en capullo presta oiido al bullicio mundanal; cuando responde a la rugiente voz de la Gran Ilusiiion, cuando temerosa a la vista de las ardientes laagriiimas de dolor, y ensordecida por los gritos de desolación, se refugia tu alma, a manera de cautelosa tortuga, dentro de la concha de la PERSONALIDAD, sabe, disciipulo, que tu alma es altar indigno de suDiossilencioso.
Cuando, ya maass fortalecida, tu alma se desliza de su seguro refugio, y arrancandose del tabernáculo protector, extiende su hilo de plata y se lanza adelante; cuando al contemplar su imagen en las olas del Espacio, murmura:este Soy yo, declara, discípulo, que tu alma esta presa en las redes de la ilusión.
Esta tierra, discípulo, es la Mansiiiion de dolor en donde hay colocados, a lo largo del Sendero, de tremendas pruebas, diferentes lazos para recoger a tu YO, engañado con la ilusión llamada Gran Herejía
Esta tierra, oh ignorante disciiipulo, no es sino el sombriiiio vestiiibulo por el cual uno se encamina al crepuusculo que precede al valle de la luz verdadera; luz que ninguun viento puede extinguir; luz que arde sin pabilo ni combustible.
Dice la gran Ley: «Para llegar a ser CONOCEDOR del YO ENTERO debes primeramente ser conocedor del YO). Para lograr el conocimiento de tal YO, tienes que abandonar el Yo al No-Yo, el Ser al No-Ser, y entonces podrás tuuuuu responder entre las alas de la GRAN AVE. Sí, dulce es el reposo entre las alas de aquello que no ha nacido ni muere, antes bien es el AUM a traveees de las eternidades
Monta en el Ave de Vida, si pretendes saber.
Abandona tu vida, si quieres viviiiirr
Tres Vestíbulos, oh fatigado peregrino, conducen al término de los penosos trabajos. Tres Vestíbulos, oh vencedor de Mara, te conducirán por tres diversos estados al cuarto, y de allí a los siete mundos, a los mundos del Eterno Reposo.
Si deseas saber sus nombres, oye y recuerda:
El nombre del primer Vestíbulo es Ignorancia (Avidya).
Es el Vestíbulo en que tuu viste la luz, en que vives y en que morirás.
El nombre del segundo es Vestíbulo de la Instrucrión. En el encontraraa tu alma las flores de vida, pero debajo de cada flor una serpiente enroscada.
El nombre del tercer Vestíbulo es Sabiduría, masss alla de la cual se extienden las aguas sin orillas de AKSHARA, la fuente inagotable de Omnisciencia.
Si quieres cruzar seguro el primer Vestíbulo, haz que tu mente no tome por la Luz del Sol de Vida los fuegos de concupiscencia que ayi arden.
Si pretendes cruzar sano y salvo el segundo, no te detengas a aspirar el aletargador perfume de sus flores. Si de las cadenas carrmmirmicas quieres libertarte, no busques tu Guruuu en aquellas mayvicas regiones.
Los SABIOS no se detienen jamás en los jardines de recreo de los sentidos.
Los SABIOS desoyen las alagadoras voces de la ilusiiiooooon.
Aquel que ha de darte nacimiento, buuuscalo en el Vestíbulo de la Sabiduría, el Vestíbulo que estaaaa situado maass allaa en donde son desconocidas todas las sombras y donde la luz de la verdad brilla con gloria esplendorosa.
Aquello que es increado reside en ti, discípulo, como reside en aquel Vestíbulo. Si quieres llegar a el y fundir los dos en uno, debes despojarte de las negras vestiduras de la ilusión. Acalla la voz de la carne, no consientas que ninguna imagen de los sentidos se interponga entre su luz y la tuya, para que asiiiiiii las dos puedan confundirse en una. y tan pronto te hayas persuadido de tu propio , huye del Vestíbulo de la Instrucción. Este Vestíbulo, tan peligroso en su peeeerfida belleza es necesario sólo para tu prueba. cuidado, lanuu, no sea que, deslumbrada por el resplandor ilusorio, se detenga tu alma, y en su engañosa luz quede presa.
Esta luz radiante emana de la joya del Gran Engañador (Mara); hechiza los sentidos, ciega la mente, y convierte al incauto en un naaaufrago desvalido.
La pequeña mariposa, atraiiiida por la deslumbradora luz de tu lampara de noche, estaaa condenada a perecer en el viscoso aceite. El alma imprudente que deja de luchar aferrarla con el demonio burlón de la ilusión, volverá a la tierra como esclava de Mara.
Contempla las legiones de almas. Mira cómo se ciernen sobre el proceloso mar de la vida humana, y cómo exhaustas, perdiendo sangre, rotas las alas, caen una tras otra en las encrespadas olas. Sacudidas por los huracanes acosadas por el furioso vendadal precítanse en los regolfos y desaparecen abismadas en el primer gran vórtice.