Te siento en silencio,
con las manos yermas,
con el alma serena,
con el cuerpo reseco,
con sabor de penas.
Te admiro y te quiero,
Casi falto y casi seco,
pero lo bastante fiero.
Asi puedo atreverme,
a seguir tus deseos,
aun no siendo artero,
sin poder quererte,
sin abrir las llaves
de tu bello cuerpo.
Te anhelo al rozarte,
acariciando tus ansias,
saboreando tu pelo,
sintiendo tu aliento
en cojines viejos.
No puedes ser mía,
en este Universo,
de estrellas y luna,
de flores de incienso,
distinto es mi rumbo
dentro de tu infierno,
que salpica mi alma
de viejos recuerdos.
Mañana temprano
podre contemplarte,
sin poder ansiar
abrazos de amarte.
Mañana el adiós
se viste muy tarde,
ya no hay alegría
ni tampoco engarce,
sólo queda el viento
soplando muy tarde.
Amor sin amantes
es rozar las artes,
de anhelos sin alas
de una negra tarde,
cuando la encelada
no inflama la sangre.
Amor de cobarde
se dice a este rito,
encelaos a mares
entre bambalinas,
y el amor que arde.
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
13 de mayo del 2011