Es el paisaje silente
con su brisa figurada
el que tienta la mirada
del presunto indiferente.
Es la brisa perfumada,
por aromas matinales
que se imaginan reales
como figuras vivientes...
Más el tiempo que transcurre
no nos deja más visiones
que las fijas impresiones
que se miden y discurren.
Es la planta aletargada
por el tiempo detenido
la que cobija algún nido
del que nunca nace nada.
Más la imágen trastocada
en nuestra imaginación
florece en una ilusión
convertida en cuento de hadas.
Y así, es que la mirada
se detiene y analiza
y casi siente la brisa
que en el cuadro está asentada...
Es ésa luz proyectada
que nace como de adentro
la que nos lleva un momento
sin darnos cuenta de nada...
Y así, sin querer sentimos
lo que otro quiso a su antojo
regalando a nuestros ojos
lo que ahora percibimos.
Si bién vemos y captamos
en nuestro alma el encaje
del proyectado paisaje
que abstraídos observamos...
muy pronto cuenta nos damos
que ha sido sólo un brebaje,
un efímero utilaje
que a nuesttro ser... regalamos...