Quiero de hoy en adelante escribir solo prosa
y dejar los versos para horas más bien difuntas;
escribir –por ejemplo- párrafo en vez de estrofa
y apilar líneas hasta el final, todas juntas.
Poder incluir palabras raras o cualquier cosa
sin que por ello se rompa el alma como apuntas;
que el verso sea dispensable como alcachofa
al que desde ahora renuncio, cual lo barruntas.
Reconocer mis textos, y no renunciar a ellos
como lo hacen algunos, aunque lleven sus sellos.
Abrirle a mi alma –dilecta alma- todas las puertas.
Y al final del viaje, cuando venda en las esquinas
pensar que cualquier poema compuesto con rimas
salió quizá del cascarón de las almas muertas.