Ahí, donde nadie imagina o cree puede imaginar, yergue de entre todas las cosas tu recuerdo como ambrosia olímpica, como mil puñales buenos que extirpan del alma su soledad incrustada. De allí naces, te radicas como el viento en lo alto de los árboles, como la lenta nieve en la cima más alta o las estrepitosas almas de los metales en los truenos diluviales ¡plena! Tu recuerdo, indócil duplica mi alma, son dobles mis pasos, la luna y sus dagas plateadas ¡plena! No hay escombros, ni ayeres verticales, tu recuerdo aquí crea un Dios repentino, duplica un mundo mucho más tuyo, fabula breve pero perpetua, como la inminencia del fin de un beso tuyo, sagrada ¡plena!
LRL
16-5-2011